viernes, 15 de mayo de 2015


Carta.

Escribo desde un comedor que jamás es habitado por completo, escribo porque no sé hacer otra cosa. Hoy no te diré que me gustas (ya lo dije), hoy te digo que protegerte de la lluvia fue un placer, que tú no te das cuenta pero tus dientes frontales mal posicionados me parecen perfectos, que todos los meses que no te procuré fue por miedo, hoy quiero que sepas que no dormí por pensar en ti.
Hace una semana fue mi cumpleaños y no comí pastel hasta después de siete días,  la mordida que le di a tu rebanada de pay me hizo recordar el accidente en el que casi muero, en el que después de estar inconsciente por algunos segundos lo primero que hice al abrir los ojos fue sonreír, así fue escucharte.
Siempre sé que traerás el vestido más bonito de la fiesta, que todos te queremos por ser tan humana, que yo no sé de fonética pero el sonido de tu voz es el más hermoso.
También sé que tal vez nunca te tenga.
Hoy el día será largo, en el noticiario dicen que lloverá hasta el anochecer, que los automovilistas tomen sus precauciones, que hay embotellamiento en “x” calle.
Y ya sabemos lo que se avecina para mí, trabajar, emborracharme y pensar en lo bella que te vez con lentes.
Escribo desde un comedor que jamás es habitado por completo, ni si quiera por mí.

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