Nadie
advirtió que leer a Panero era peligroso
más
que la tabla ouija
peor
que la morning glory o la heroína.
Uno
comienza a cometer asesinatos mentales
a
beber sangre de víctimas
a
coger sirenas dormir poco.
Todo
suicidio tiene que ver con Leopoldo
con
el humo de sus dedos
con
sus frases cacofónicas
con
su mirada muerte.
Hay
un cadáver frente a mí
es
la noche la que dicta que he de comer
todo
ese excremento
todo
ese poema.
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