A mi
terapeuta no le dije que sueño con pájaros
lanzando
fuego por los ojos
que
aúllan como perro
entre
un cielo rojoazulado
que
todo se parece a ese estampado que tiene su camisa.
Preferí
contarle algo que ya es común para los dos:
ayer
intenté matar a patadas a mi esposa.
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