Te
escribo porque no me atreví a decírtelo aquella noche
que
jugábamos en tu cama
con
luz apagada porque no te gustaba besarme bajo el fulgor
mientras
tú tocabas mi pecho yo miraba la maceta
de albahaca
y
recordaba mi dolor de estómago.
Jamás
me gustaron tus pies
que pisaras descalza el suelo.